La Organización Mundial de la Salud en su manual Clasificación Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad y de la Salud (CIF) establece el concepto personas con discapacidad, el cual hoy se utiliza a nivel internacional tanto en las legislaciones y las asociaciones representantes de los mismos.
Sin embargo, en el 2005 Javier Romañach Cabrero y Manuel Lobato propusieron el término diversidad funcional en el Foro de Vida Independiente celebrado en España, y el cual fue acuñado más tarde por el Movimiento Internacional de Vida Independiente (MVI). Este neologismo surge con el propósito de erradicar del lenguaje habitual expresiones como "discapacidad", "minusválido" o "invalidez", que tienden a tener un carácter peyorativo para el colectivo y de manera justificada ya que al explorar sus raíces etimológicas encontramos que;
La palabra discapacidaden latín está compuesta por el prefijo dis- (divergencia, separación múltiple), capere (agarrar, tomar, recoger), más el sufijo -dad (cualidad). Es decir, cualidad de ser inválido o de perder una capacidad.
En el caso de minusválido, sus componentes léxicos son: minus (menos), valere (ser fuerte o con valor), más el sufijo -ido (que tiene aspecto o características de). Saquen sus conclusiones.
Invalidez proviene del latín invalidus (que no tiene fuerza ni valor).
De esta forma, diversidad funcional busca reivindicar una comprensión de la discapacidad dentro del modelo social, y afirma que el motivo que no permite llevar una vida independiente no se encuentra en el sujeto y su diversidad, sino en el contexto; entiendo que las sociedades siendo intrínsecamente imperfectas, han establecido un modelo de perfección al que ningún individuo tiene acceso. Por lo tanto, es un fenómeno que afectaría a todos sus miembros por igual, debido a que durante todos los estadios de la vida todas las personas son, en algún aspecto y grado, dependientes.
El enfoque gira alrededor de una cuestión básica: las personas no sufren discapacidad, sino marginación e injusticia. Considera que la sociedad construye la discapacidad, que responde a una concepción antropológica y de la existencia normalizadora, que exalta un ideal de funcionamiento social.
En cualquier caso, sea cual fuere el vocablo aceptado para referirnos a una determinada condición, siempre será vulnerable al trato que recibirá de la sociedad, no tanto por su etimología como por los significados de los que le vamos otorgando, por la carga semántica que entre todos le adjudicamos. Evidentemente, el núcleo de diversidad funcionalsupone como punto de partidaa todo el conjunto de la sociedad(tanto a aquellos que no se consideran parte de la diversidad, como a los que poseen alguna característica aparentemente que los distingue del resto) en pro de la igualdad y eliminando categorías o fronteras que segmenten el estatus de los ciudadanos en base a sus condiciones físicas, sensoriales o mentales.
Para ello es necesario considerar los siguientes criterios:
1. Aceptar la diferencia,
Esta aceptación debe producirse tanto por el sujeto como en el resto de la sociedad. Si bajo el término diversidad funcional pretendemos esconder una negación o un disimulo dificultades volveremos al ciclo que clásicamente ha obstaculizado las posibilidades de inclusión: miedo o resistencia a abordar frontalmente las diferencias (y, por tanto, mayor dificultad para tratarlas adecuadamente). Por más que la tentación inicial sea la de incorporar un enfoque exclusivamente dimensional “todos tenemos alguna alteración, simplemente es una cuestión de grado, como quien tiene más o menos fuerza en un brazo o como si yo tengo la memoria más ágil o menos que otro y ende todos somos iguales, no hay enfermedades, no hay condiciones patológicas”; este paradigma puede ser extraordinariamente tramposo, y la principal trampa es por supuesto la que sufre el propio afectado. La noción de diversidad implica un reconocimiento no peyorativo de la diferencia, pero la xistencia de condiciones distintas y por tanto la consciencia y aceptación de estas.
2. Acotar el concepto de función a su significado etimológico,
Así, el aspecto que confiere diversidad o diferencia al individuo en cuestión se limita a determinada función: no abarca a todo su ser. Con frecuencia, la etiqueta de una determinada enfermedad o trastorno se traduce a la persona en toda su esencia. Situar a la persona en primer lugar y adjetivar la deficiencia no ha logrado evitar que el concepto continúe otorgando una identidad primaria. No es una descripción con la que la persona afectada se encuentra de vez en cuando, como le ocurre a una persona con calvicie o incluso con cáncer, sino que la define e identifica de por vida y en todos los contextos, y lo hace de forma problemática: se “es” depresivo como se “es” ciego, como si lo único relevante de ese individuo, lo que le resume o globaliza o define fuera aquella circunstancia, dejando de lado el resto de sus potencialidades y valores. La dificultad en la función no tiene por qué ser siempre igual, puede manifestarse con distinta intensidad a lo largo del tiempo, curarse, o compensarse con otras funciones según el grado de adaptación que el sujeto y su entorno consigan. Incluso en las enfermedades crónicas, nos da cuenta de la diversidad de mecanismos de afrontamiento de cada individuo y los distintos grados de bienestar que uno puede lograr reforzando elementos positivos.
Si bien, el término tenido una rápida acogida en algunos círculos académicos y profesionales, pareciendo extenderse; generalmente se utiliza la expresión, pero no su propuesta social-hermenéutica, y continúa designando a personas que se considera que tienen una deficiencia orgánica que les provoca dificultades en su interacción con los otros y con el mundo. Podemos desconstruir y construir desde el lenguaje, no obstante, el cambio es más profundo.