La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la rehabilitación como “Un conjunto de intervenciones encaminadas a optimizar el funcionamiento y reducir la discapacidad en personas con afecciones de salud en la interacción con su entorno”. Esta es de carácter transversal es decir sirve para todos los grupos etarios (niños, adultos y adultos mayores), ayudando a cada uno para que sean lo más independientes posibles.
El objetivo de la terapia es facilitar la participación social de una persona en distintos aspectos, como el educativo, laboral, recreativo, apuntando a mejorar su calidad de vida. Es importante señalar que un individuo podría llegar a necesitar de este tipo de atención en cualquier momento, pues existen dos factores que provocan situaciones que la ameritan: una disposición congénita, es decir, que se nace con esta circunstancia, o bien, que eventualmente la adquiramos, cuando por ejemplo sufrimos un accidente hogareño, como caernos por una escalera, que requiera rehabilitación.
En la práctica, esta ciencia de la salud es llevada a cabo por un equipo multidisciplinario en el que suelen participar médicos generales, especialistas, kinesiólogos, terapeutas ocupaciones, fonoaudiólogos, psicólogos, entre otros profesionales ligados a esta área. El propósito de que esto se realice así es que cada herramienta necesaria y potencial pueda ser empleada desde su especialidad.
En el escenario actual de desarrollo tecnológico, resulta complejo que un solo médico de forma aislada sea capaz de manejar toda la información pertinente y al mismo tiempo, entienda cabalmente cómo aplicar la amplia gama de dispositivos o máquinas que traen beneficios al usuario.
Por ejemplo, imaginemos un paciente joven que sufre un accidente en moto. A raíz de esto, se fractura la columna y obtiene traumatismos asociados en otras zonas del aparato locomotor. Esta situación es de tal delicadeza -pues está politraumatizado- que para que tenga mejores opciones de recuperación, será (o debería ser) atendido por primero, paramédicos, luego por enfermeras/os, técnicos de urgencia, para que posteriormente médicos, técnicos de imagenología lo examinen. Luego, un kinesiólogo podría tratar su rehabilitación producto de esta grave lesión, al mismo tiempo, que un psicólogo evita la entrada a condiciones emocionales que favorezcan una depresión gatillada por la pérdida de una función motora, etc.
La principal dificultad con la rehabilitación es que tiene poca cobertura, es decir llega a muy pocas personas versus la necesidad total de la población. De hecho, la OMS señala que: “En el contexto mundial se estima que unos 2400 millones de personas tienen alguna afección de salud que se beneficia de la rehabilitación” y con las proyecciones del envejecimiento social se espera que esta necesidad aumente exponencialmente hacia el próximo cuarto de siglo.
SI LA MONTAÑA NO VIENE A MAHOMA, MAHOMA IRÁ A LA MONTAÑA
Ante la situación descrita, existe una solución: La rehabilitación en el domicilio. En términos sencillos busca como objetivo principal un tratamiento más personalizado, adaptado al entorno y a la rutina del usuario. Esta tiene varios beneficios, entre los cuales se destacan los siguientes:
Permite la rehabilitación de usuarios con distintos grados de dependencia.
Facilita la recuperación del usuario permitiendo que se respeten los tiempos de descanso pertinentes y que no sea completamente necesario desplazamientos hacia un centro de rehabilitación.
El profesional conoce de primera fuente el entorno en el que vive el usuario, las barreras que debe afrontar en el día a día y puede generar una asesoría o acompañamiento de forma más precisa sobre como afrontar dificultades de manera más eficiente, facilitando el desarrollo de las actividades básicas e instrumentales de la vida diaria.
Es un servicio integral que respeta la rutina de los usuarios.
El profesional puede generar instancias de educación no solo focalizadas en el usuario sino también en la familia y/o cuidadores, con objetivo de generar estrategias de cuidado compartidas e integrales.
El impacto que tiene este servicio se puede analizar desde varias aristas. La primera es que genera un cambio positivo en el beneficiario, que al mismo tiempo de avanzar en su proceso de rehabilitación también, va generando herramientas de autocuidado que le permiten afrontar las barreras y dificultades que pueden desarrollarse en el presente y el futuro.
En segundo lugar, responde a las necesidades de cobertura anteriormente mencionadas, y en tercer lugar, genera un ahorro significativo para el usuario y el sistema de salud; es bien sabido que mientras más tempranamente se interviene una patología y/o condición de salud, menores son los costos en intervenciones con mayor grado de especialización de nivel hospitalario, como por ejemplo, las de carácter quirúrgico.
En el IRV practicamos el modelo de rehabilitación comunitaria promovido por la OMS. Entendemos lo fundamental y el impacto del carácter domiciliario y es por esto que como ONG se ha implementado un programa de "Rehabilitación Domiciliaria" para usuarios pertenecientes al Fondo Nacional de Salud (FONASA), donde se encuentra el 80% de la población nacional.
Nuestro servicio contempla cotización inicial, agenda a conveniencia del profesional y el usuario, intervención personalizada y emisión de informes finales de atención. El impacto del servicio ha sido muy positivo, hemos intervenido más de 50 usuarios en menos de un año de funcionamiento y muchos de ellos nos han recomendado a amigos y familiares.
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