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Gianfranco Arancibia Raggio

¿Cómo Construimos un buen clima escolar para niños y niñas con discapacidades?


Con cada vez mayor frecuencia vemos en los medios de comunicación noticias respecto de la violencia o acoso entre o hacia los niños en los entornos educativos. Estudios realizados en Estados Unidos y Europa apuntan hacia que los niños y niñas con Necesidades Educativas Especiales (en adelante los llamaremos NEE) tienden a ser un grupo de riesgo importante al momento de sufrir violencia escolar. El presente artículo pretende dar una mirada desde la Sociedad Civil respecto de cómo podemos abordarlo y prevenirlo.

En nuestro país, alrededor de 1 de cada 2 jóvenes con discapacidad asiste a la educación media. La otra mitad se distribuye entre las diversas modalidades de educación especial que se imparten en el país. Si bien, lo niveles de ausentismo escolar no difieren en la educación parvularia, estos comienzan a acentuarse progresivamente en la educación básica hasta ser dramáticos en la educación media. Según cifras de la última Encuesta Nacional de Discapacidad, la Tasa Neta de Asistencia en Básica en niños con NEE se sitúa entre 88,7% en la Educación Básica (versus un 95,8% en el resto de los niños y niñas) y desciende en educación media hasta el 50% en los jóvenes con NEE (versus un 82% en el resto de los jóvenes del mismo nivel). Es decir, entre los 14 y los 17 años, los jóvenes con alguna necesidad educativa especial sólo asisten la mitad de los días del año de la jornada escolar.

En Estados Unidos se estima que el 60% de los jóvenes con Discapacidades Intelectuales manifiestan haber sufrido episodios de violencia o acoso en la Escuela, versus el 25 del resto de los jóvenes. No sería raro encontrar cifras similares en nuestro país. Es ampliamente sabido que el acoso o violencia escolar puede actuar como una barrera aún mayor a las que el sistema ya les plantea a los y las jóvenes con discapacidad para continuar en el sistema escolar. En algunos casos, esta violencia puede tener una connotación de odio por el sólo hecho de la condición de discapacidad, lo cual implica en el caso de ellos una abierta violación a la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidades.

Por esto, es muy importante que las comunidades educativas se sensibilicen acerca de la especificidad que implica el abordaje de la violencia escolar en los niños y niñas con alguna discapacidad o necesidad educativa especial. En nuestra experiencia desde la sociedad civil ha sido clave concientizar respecto de la importancia de la convivencia en la diversidad (nacionalidad, discapacidad, orientación sexual por ejemplo) y cómo abogamos por el respecto del Derecho de las Personas con Discapacidad a una Educación Inclusiva, la protección en contra del abuso y el respeto por su integridad física y mental. Otro punto relevante apunta hacia que, como las condiciones asociadas a discapacidad son heterogéneas, debemos ser conscientes de cuáles son los riesgos a los cuales pueden estar expuestos niños y niñas con discapacidades intelectuales, psíquicas, sensoriales, entre otros; puesto que pueden diferir entre cada uno de estos grupos.

Entre los niños que actúan como pares también debemos promover la convivencia diversa. Lamentablemente en Chile aún contamos con numerosas comunidades educativas que no cuentan con planes para la atención de niños y niñas con discapacidades desde edades tempranas. El Estado debe profundizar su rol como garante y promotor de la inclusión en el modelo educativo. Más aún, es clave la implementación de campañas dirigidas a concientizar acerca de la Convención de Derechos de Personas con Discapacidades e involucrar a todos los actores respecto de cómo podemos construir un entorno educativo.

El informe sobre Bullying Escolar publicado por la Superintendencia de Educación revela que la violencia se ejerce en diversos contextos al interior de las escuelas. Uno de los más frecuentes es en el aula y en el patio. Cabe preguntarse y sugerir entonces acerca de la importancia en la construcción de aprendizajes colaborativos entre los niños, así como la realización de actividad física y ocio unificado. Esto implica cambiar la mirada de una inclusión educativa sólo centrada en el aula y curriculista. Una real inclusión implica considerar el potencial de aprendizaje en cada uno, la sana convivencia, el ocio, la recreación y el deporte entre pares, entre otras. Sólo así construiremos comunidades diversas, inclusivas y que las próximas generaciones de adultos puedan mirar a las personas con discapacidad como sujetos de derechos y no de caridad.

Para consultar:

1.- https://journals.sagepub.com/doi/abs/10.1177/00222194030360040501

2.- www.senadis.gob.cl

3.- https://www.who.int/disabilities/violence/en/

4.- https://www.cdc.gov/ncbddd/disabilityandsafety/bullying.html

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