Las situaciones de emergencia producidas por sucesos inesperados pueden causar ciertos malestares, tanto físicos como mentales. El escenario relacionado con la pandemia del COVID 19 ha hecho que nos enfrentemos a miedos y angustias que, si bien pueden ser fundadas, también debemos evitar que nos sobrepasen.
Lo mismo puede ocurrir con nuestros colaboradores con discapacidad que trabajen en su empresa. Lo anterior, considerando que desde hace ya un tiempo vivimos con una inestabilidad social y económica a nivel país, desde el estallido social y sus movilizaciones, hasta ahora con la propagación del Coronavirus. Tampoco debemos olvidar el bombardeo de información que estamos expuestos al día a día por los medios de comunicación y redes sociales, prácticamente las 24 horas del día.
Seguramente, la mayoría de los trabajadores no piensen en otra cosa que sea el tratar de no contagiarse y no se esté consciente de reflexionar sobre sus sentimientos y emociones. Esta situación podría derivar en un desempeño deficiente o derechamente producir un accidente laboral por parte de las personas con discapacidad. Sobre todo, cuando posee desde antes ciertos antecedentes en su salud mental.
Para las empresas de todos los rubros, es altamente recomendable que aborden los efectos de la contingencia por esta Pandemia, como una oportunidad para demostrar empatía y preocupación por las necesidades de sus trabajadores. La buena salud mental de las personas con discapacidad es un excelente aliado para sobrellevar este periodo en el puesto de trabajo. Por esto, es importante que el empleador contribuya a que sus trabajadores se mantengan en óptimas condiciones (dentro de lo posible), para que no se vea afectada la salud del trabajador ni la productividad de la empresa.
Si el teletrabajo no es una opción viable dada las características del trabajo u oficio que desempeña la persona con discapacidad, reflexione y aplique si es posible, las siguientes recomendaciones para apoyarlo a mantener una buena salud mental.
Facilitar la comunicación. Que sea comprensible para todas las personas trabajadoras en especial, a quienes mantienen alguna discapacidad, utilizando un lenguaje simple y paciente al entregar las instrucciones o noticias sobre el tema.
Preguntar cómo se siente el trabajador y su red familiar; entregar palabras de ánimo e incentivar a realizar bien el trabajo. Preocuparse de su traslado y que cumpla las medidas de higiene durante el trayecto.
Practicar la empatía con su colaborador con discapacidad. Recuerde que es probable que él o ella siempre haya tenido mayores dificultades y barreras que superar con el entorno. Podría tomar algunas opciones como una redistribución de la jornada laboral, quizás cambios en el horario o en su calendario para que la crisis sea más llevadera.
Ayudarlo a sentirse seguro en el lugar de trabajo. Tratar de mantener limpias y aseadas las superficies con las que usted o el equipo tenga contacto directo. También adaptar dentro de las posibilidades, los espacios para el lavado frecuente manos, sobre todo si el trabajador mantiene discapacidad física.
Por último, es importante estar conscientes de que la información sobre la situación va cambiando día a día, según las autoridades aún no llegamos al peak de los contagios. Por lo tanto, es altamente probable que el trabajador o trabajadora con discapacidad se sienta más abrumado, ansioso o estresado por los antecedentes, pero querrá descuidar con sus responsabilidades. Recordar que estamos atravesando una crisis mundial y debemos lidiar con ella como mejor se pueda, ser solidarios y empáticos son las mejores opciones, sobre todo con los grupos más vulnerables de la población.
Autora Dayan Muñoz Programa de Inclusión Laboral IRV Atacama
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