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Gianfranco Arancibia Raggio

La importancia de la Educación Inclusiva para el desarrollo sostenible.

Hoy 24 de enero, Naciones Unidas conmemora el día Internacional de la Educación. Durante los próximos 10 años el concepto que cruzará todo aquello que dice relación con este ámbito es, sin duda, cómo incorporamos el acceso y calidad de las prácticas educativas para lograr un desarrollo sostenible de las comunidades. Lo anterior, porque las personas con discapacidades son especialmente sensibles a ser excluidas del sistema, impactando en su desarrollo de la adultez, así como sus posibilidades de una vida independiente y capacidad de autonomía.


En Chile, 1 de cada 20 niños presenta una condición de discapacidad. Esto supondría bajo una lógica aritmética simple, al menos en cada aula de nuestro país debiera haber al menos un niño, niña o joven con discapacidad. Sin embargo, aún vemos que en nuestro país aún se segregan a niños, niñas y jóvenes de la oportunidad de participar de la Escuela en igualdad de condiciones que el resto de los y las infantes.


Si bien la Educación Inclusiva es un derecho que está consagrado en el artículo 24 de la Convención de Derechos de las Personas con Discapacidades, urge que los Estados inviertan en la construcción de “Comunidades Educativas Inclusivas” a fin de acoger a estos chicos. Para eso, el foco puesto sólo en el acceso al Currículum no será suficiente. Falta inversión en infraestructura, construcción de un clima escolar seguro para ellos y un entorno que permita potenciar al máximo las potencialidades en cada uno de los niños, niñas y adolescentes incluidos.


Otro aspecto importante es el acceso igualitario a todos los niveles de enseñanza. En nuestro país, más de la mitad de las personas con discapacidad poseen menos de 12 años de escolaridad. Esto es una barrera importante para el desarrollo de competencias laborales que les permita una entrada y permanencia exitosa en el mundo del trabajo. En paralelo, Los distintos actores involucrados en el ámbito de la educación deben tomar acciones potentes sobre los niños, niñas y adolescentes con discapacidad que terminan la enseñanza primaria o cursan la secundaria (enseñanza media), a fin de que asistan regularmente y disminuyan las tasas de ausentismo escolar, las cuales si sitúan sobre un alarmante 50%. Esto sin duda impacta sobre el desarrollo de las herramientas necesarias para acceder a la educación superior o la búsqueda de un empleo asalariado.


Si bien en Chile se ha avanzado bastante en acceso en atención y servicios a la primera infancia con discapacidad, durante estos años dicho acceso debe lograr mejores indicadores desde lo cualitativo. Para eso, es importante fortalecer la articulación entre los sistemas de Estimulación Temprana, Educación Parvularia y Escolar, a fin de que existan eficaces seguimientos para que los niños con discapacidad puedan enfrentar la educación primaria en las mejores condiciones posibles. En paralelo, la formación a los equipos docentes y paradocentes en prácticas educativas inclusivas se convierten en un factor crítico.


Finalmente, destacar que en América Latina hemos logrado importantes logros en el ámbito de la alfabetización de grandes masas de la población. Sin embargo, no debemos olvidar que la desigualdad en nuestra región aumenta dramáticamente. El acceso a la Educación y, en particular, la Educación Inclusiva, es una de las herramientas de movilidad social más importante que las Personas con Discapacidad y sus familias pueden adquirir, a fin de salir de la pobreza y obtener mejores condiciones de vida durante la adultez.

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