María Eugenia Cárdenas Pichilier (56) es una usuaria que participa del Área de Inclusión Laboral (AIL) de ONG IRV: ella es una persona con discapacidad (PcD) que gracias a distintas colaboraciones logró ingresar a la empresa Faret mediante la modalidad innovadora de Servicios Transitorios.
Actualmente, doña María se desempeña en la mencionada compañía como Operadora de Producción, un puesto de trabajo que, según nos explica, estuvo acorde al tipo de discapacidad que ella presenta: Física; una afección importante que se sitúa en su pie izquierdo.
"Se me cayó el empeine. Además, soy de pie plano. Eso me llevó a andar con mucho dolor por mucho tiempo hasta que finalmente me operé. No quedé bien en la primera operación, así que estuve un año esperando recuperarme para hacerlo una segunda vez, pero tampoco quedé bien", nos cuenta ella.
El problema de salud se mantuvo hasta que dio con un doctor especializado en traumatología, quien intentó varias líneas de trabajo como plantillas e infiltraciones, pero no dio un resultado significativo.
LA IMPORTANCIA DE LA FRASE "YO PUEDO"
María trabaja en la sección de control de calidad "revisando envases que vengan con algún defecto. Entonces nosotros hacemos la separación con los que están para descartar y los que están buenos". Según nos explica ella, esta es una labor que uno como simple consumidor no identifica, pero que realmente es bien exhaustiva tras el telón de la producción empresarial.
Sin embargo, estar donde está hoy no ha sido fácil. Ella sinceramente nos confiesa que gracias a la colaboración de ONG IRV pudo llegar a esta oportunidad laboral, pero que antes estuvo bastante tiempo buscando trabajo y le costó porque no puede realizar algunas acciones debido a su discapacidad.
"Comencé a buscar trabajos que fueran de acuerdo a mí, a lo que ya era mi discapacidad. Fui a la municipalidad y de ahí me contactaron con Ivonne (Guzmán) de ONG IRV. Ella comenzó a gestionarme alguna puesto de trabajo. Yo estoy tremendamente agradecida de ustedes porque no me dejaron en el aire, se preocuparon. Yo siento que aún puedo dar mucho, tengo buenas mis manos y mi vista, y justamente me encontraron este trabajo en donde yo sí puedo, puedo realizarlo", rememora doña María.
En esta línea, lo más motivador para ella es que efectivamente puede hacer el trabajo, de hecho, ella remarca aquellas palabras: "Yo puedo". Ella expresa que es una labor que la mantiene entretenida y que el día se la pasa rápido: "Trabajamos tranquilos, acá no andan las personas encargadas de nosotros cateteándonos, al contrario, ellos han sido muy gentiles con nosotros. Yo me he sentido muy bien acá, son muy respetuosos, algo que no ocurre siempre. En el fondo somos un equipo de trabajo y hemos logrado conectar bien".
"ESTO ME PRODUJO UN BAJÓN MUY GRANDE"
Al consultarle a María si en su lugar de trabajo fue necesario realizar algún tipo de ajuste razonable, nos menciona que les han facilitado la dinámica porque pueden trabajar de pie pero también sentados y eso la ayuda bastante.
Aunque esto no quita que su actual empleo sea un real desafío para ella, sobre todo, cuando se trató de conocer el detalle de todos los productos: "Hay que ser muy minuciosos en este trabajo. De repente los productos pueden venir con fallas y uno estando fuera da por hecho que todos vienen bien, pero no es así. Es trabajar con mucho cuidado y dedicación, con mucha concentración, todo tiene que estar bien, no puede salir ni una sola mancha en el envase, es un nivel de detalle bien alto".
De todas formas, es esto mismo lo que hace que sea una gran contribución el trabajar en Faret. Tenemos que pensar que ella a sus 51 años se encontró con la discapacidad que, según explica, nunca "imaginó, porque empecé a trabajar desde muy temprano. Nunca le tuve miedo al trabajo y pensé que iba a envejecer trabajando en buenas condiciones. Entonces esto me produjo un bajón muy grande, porque sentía que ya no podía realizar cualquier tipo de trabajo".
Pero entonces entró ONG IRV a la ecuación y logró alimentar el deseo de volver a trabajar que ella tenía, "empecé a sentir una motivación grande y a sentir ese pensamiento de que yo podía. Si no hubiese sido por ustedes no sé realmente qué habría pasado conmigo, porque de verdad ya me estaba sintiendo inútil, pero ahora no, ahora estoy entregando lo mejor que puedo".
HAY MUCHA IGNORANCIA Y FALTA MUCHO PONERSE EN EL LUGAR DEL OTRO"
¿Cómo contribuyó la ONG IRV en su proceso de inclusión laboral?, le preguntamos a doña María, quien nos dice que fue "genial (...) Yo encuentro que es un trabajo muy, muy bueno el que hacen. Porque ustedes confían en las personas que llegamos ahí pidiendo esta ayuda. Eso se agradece y me emociono un poco porque yo no llevo ni si quiera un mes y ha sido todo tan rápido que ha sido difícil asimilarlo".
Al mismo tiempo, ella rescata que durante el proceso de inclusión laboral se sintió acompañada y apoyada gracias a los profesionales de IRV, como terapeutas ocupacionales y Trabajadores Sociales, quienes todo el tiempo le estuvieron diciendo que ella podía: "Eso es fundamental, porque si venimos solos, quizás, no sé, habría costado un poco más", nos señala.
En cierta forma María se siente una afortunada, porque ella ha apreciado que socialmente es muy difícil para una PcD conseguir un empleo: "Porque hay mucha ignorancia y falta mucho ponerse en el lugar del otro, en este caso, de una PcD. Porque la PcD también tiene sentimientos, anhelos, sueños y si no se abren esas puertas, si te están apuntando con el dedo, no nos dejan realizarnos, no nos dejan demostrar que nosotros también podemos y que podemos hacer mucho y bien las cosas".
Estas razones impulsan a que sea tan fundamental que las personas con discapacidad se animen y se motiven a participar de procesos de inclusión laboral, iniciativas que pueden devolverles una calidad de vida importante. Esto, también, como explica María, tiene que ir acompañado de una buena red de apoyo: "porque si no todo se hace más difícil".
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