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Tomás Alcaíno

Sin perder el ánimo y la fortaleza: Juan Barros y su testimonio auditivo

Juan Barros Quinteros tiene 74 años de edad y vive en la comuna de La Florida en la Región Metropolitana. Hace un año atrás él comenzó a usar un audífono para sordera debido a una pérdida auditiva que se le acentuaba bastante en invierno. Ha pasado el tiempo y señala entre líneas que se siente mucho mejor, a pesar de otras complicaciones de salud.


Sin embargo, ¿Quién es Juan Barros? La palabra que podría calificarlo de mejor manera es "trabajador". Toda su vida se las ha tenido que buscar y eso le ha generado un espíritu de fortaleza muy potente, uno que lo mantiene firme ante las más duras enfermedades, por ejemplo.


Hoy, según explica, "me dedico a cualquier cosa nomás, porque ya a estas alturas de la vida hay que hacer cualquier cosa para sobrevivir. Ando siempre buscando trabajo por cualquier lado. Lo que me salga por ahí. Ahora que me empezaron las enfermedades trabajo así, yo trabajaba en construcción como maestro carpintero".


Una de las principales dificultades de salud que ha tenido don Juan en este último tiempo es la pérdida auditiva, una situación que se comenzó a manifestar hace 3 años: "Empecé a escuchar poco…en inverno se me tapaban los oídos. Realmente esto era lo principal, el oído izquierdo se me tapaba en invierno. Igual me pasaba con la gente, a veces no escuchaba nada y ahora se me pasó un poco y estoy mejor. Estoy usando audífono solo en el oído izquierdo", cuenta.


DE CASI ESTAR EN ESTADO VEGETAL A UNA VIDA AUTÓNOMA


Sabemos, por los múltiples testimonios que hemos recopilado a lo largo de este blog, que muchas personas cuando tienen pérdida auditiva suelen sentirse mal emocionalmente: la incapacidad que surge por llevar a cabo una comunicación eficiente sumado a la ignorancia presente en cómo manejar el tema, la mayoría de las veces se traduce en una gran frustración y en un sentimiento de aislamiento.


A pesar de esto, también hay usuarios de los Centros Auditivos del IRV que han manifestado una buena adaptación y un manejo más o menos sano de su situación. Este es el caso de don Juan, quien tuvo una gran fortaleza mental y de ánimo en esta materia. Probablemente, esto se deba a que él pasó por emergencias de salud que lo tuvieron al filo de su vida.


De hecho, cuando le preguntamos cómo llevó la hipoacusia emocionalmente él nos respondió que: "No tan mal, pero sí tenía los problemas de audición. Nunca me trajo un problema más grave por decirlo de alguna forma. Yo podía moverme en la calle tranquilo a pesar de lo mal que estaba. Los médicos me dicen que no ande solo, que me puedo perder y todas esas cosas, pero yo realmente en los peores momentos que he estado mal no he perdido el estado anímico".


"Es como una cuestión que yo tengo -continúa don Juan-, que sé que no voy a morirme ni antes ni después que Dios quiera. Los médicos me dicen que tenga cuidado, pero no me ha pasado eso. Igual yo tengo fe. Estuve mal eso sí, estuve en la UCI y me dijeron que podía caer vegetal, pero me paré y seguí caminando. En ese momento estaba peor, estaba postrado".

¿Qué le pasó?, le preguntamos con absoluta curiosidad, a lo que don Juan responde: "Se me hizo un coágulo de las várices en la pierna derecha. He tenido todas las enfermedades, he estado mal del corazón, estuve en la clínica Santa María, me operaron de cáncer, me operaron de vesícula. He tenido hartas enfermedades. Los médicos me ven y me dicen que cómo ando parado y así. Estuve mal pero me recuperé".


Con todo, él reconoce que sus hijos tienen que trabajar y que eso les quita tiempo, obviamente, pero de todas formas, don Juan admite que es "autónomo" y que por ejemplo, el tema de "los trámites de la sordera lo hice solo. Yo soy bien activo, hago mis cosas solo. No tengo miedo de que me vaya a perder, ni nada".


Don Juan expresa que la mayoría de este tipo de asuntos los hace solo, aunque últimamente le ha sido un poco más difícil porque la pandemia ha hecho que hayan cambios de prioridades dentro del sistema de salud público, lo que causa, para él, que existan mayores demoras: "entonces mis enfermedades quedan un poco a un lado, a veces se me complica y lo tengo que hacer particular, qué voy a hacer, porque igual a veces me vienen dolores muy fuertes que no soy capaz de pararme. Mi hijo ahí me ayuda".


Es por todo esto que el audífono para sordera de IRV le ha venido increíblemente bien a don Juan, sino entonces ¿Cómo se desplazaría y realizaría sus quehaceres? Un espíritu independiente necesita de escuchar bien. Esto lo comprueba él mismo, pues señala: "Sí, me ha servido harto. Antes no escuchaba nada en realidad y ahora escucho bien. Cuando iba a hacer exámenes y me llamaban no escuchaba nada y ahora no. No tengo problemas. Y no me ha vuelto a pasar ese tema en el oído durante el invierno".

Finalmente, Juan quiere destacar el trabajo del Centro Auditivo IRV de Providencia que lo atendió y decir que lo recomienda de "todas maneras. Me trataron muy bien, no tengo nada qué decir".


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